ENSAYO "CONCIENCIA CIUDADANA"

Me cansé de callar, y en la seguridad de que alguien habrá de escucharme, me dispongo a gritar de una vez por todas.

¡Ya basta de dormir!
¡Despierta anciano! ¡Despierta anciana!
¡Despierten jóvenes! ¡Niñez, despierten!
¡¡Despierten todos!!

¡Encendamos las lámparas visionarias! ¡Fortalezcamos nuestros pulmones en un grito fuerte! Un grito que sobrepase la barrera de la indolencia.

Amacicemos nuestras piernas, que un nuevo día ya comienza.

La sangre guerrera de nuestra estirpe se revuelve furiosa dentro de cada uno de nosotros, se ha cansado de dormir, mostrando ahora una raza enfurecida ante el abuso, clamando por un punto final para la paciencia.

La Casa roja, desteñida y en ruinas inhabitables, permanece como mudo espectador ante la violencia, parece exigir por orden, por justicia, en el fantasmal eco de órdenes de generales muertos acompañados por la melodía ausente de un piano que ya no toca, abandonado entre sus gruesas paredes de cal y roca.
No erijamos monumentos a los muertos ¡seamos monumentos vivos en honor de los valientes acaecidos!
La Calle Alameda, Terán y Allende, el paso del Cántaro y el río Bravo, extrañan las voces bravías de una raza valiente y decidida, voces atrapadas entre sus vestigios de más de dos siglos y permanecen como recordatorios de una fortaleza suprema y riqueza sin igual.

Calles vacías, ríos ahogados, solo el Bravo, río rebelde que parece querer detener el paso de patriotas desertores, que huyen a otro país en pos de un sueño difícil de cumplir, dejando su vida entre sus corrientes furiosas, flotando sus cuerpos como cáscaras vacías, triste trofeo de quien les impide la huída y hace preguntas, añorando el pasado.

Pregunta por los abuelos de los abuelos, que defendieron la patria desde esta bendita porción de tierra.
¿Dónde están esos gritos bravíos en el arrear de mulas, caballos o bueyes?
¿Dónde están esas pisadas fuertes y seguras, de pies descalzos o de humildes botas?
¿Bajo cuantas toneladas de escombro ajeno, está enterrada la dignidad de mi pueblo?
O, ¿bajo cuantas toneladas de finas piedras que erigen suntuosas mansiones, podremos encontrar nuestras conciencias?
¿Entre cuantas partículas envidiosas estalló aquella unidad de nuestras familias? Haciendo cientos de personas solitarias, cuando antaño, esos cientos se fundían en una sola, grande unida y amorosa.
¿A quienes llamaremos Padres?, y ¿dónde están nuestros hijos ahora?
¿Qué furioso vendaval ha borrado las profundas huellas hechas por siglos de tranquilos paseos?

Me planto en el zocalito de mi preciosa plazuela Hidalgo, y busco mi gente, que bailaba en tertulias armoniosas cada semana después de misa. Y el llanto me dobla porque no sólo no reconozco a nadie, sino porque ¡NO HAY NADIE!

Está vacía la sonrisa de mi pueblo, su gente se ha ido a lugares vecinos, a lugares lejanos, buscando el sustento para sus hogares, están perdidos, lejos de casa, añorando sus raíces.

Y me encamino al centro antes rebosado de sueños, entre un coro de risas en el redondel de una plaza, jardín viviente de flores coloridas y perfumadas, y caballeros en busca del aroma perfecto para su propio jardín.

Busco en los cines, América, México, e Ideal, y encuentro solo butacas apiladas bajo años de polvo de olvido… el cácaro duerme mientras la cinta ha dejado de dar vueltas, sin darse cuenta que la taquilla está vacía y la luz apagada.

Salgo con la desolación apoderándose de mi alma, subo al quiosco buscando las familias que paseaban tomadas de la mano cada tarde, haciendo pausa para persignarse ante la iglesia ahora vacía y me apodero del tañido de su campana y convoco urgente a las conciencias de mi gente. Parece un sueño loco, yo gritando, colgando de la cuerda de la campana.

¡Vuelvan!, ¡vengan!, vamos a salvar nuestro pueblo, unámonos en una sola voz, un mismo interés, nuestra tierra, nuestro pueblo, pequeña parte de la hermosa Suave Patria de López Velarde.

Abramos casas de trabajo, recuperemos nuestra gente, abracemos nuestros hijos que vagan, desorientados sin rumbo, sin bases ni proyectos pagando una culpa que no es de ellos y cobrando una deuda ajena.

Actuemos a la par, rescatemos el respeto y la unidad.

Y todo lo podemos porque somos guerreros, en nuestras venas corre la sangre real del Guerrero Águila, del Guerrero Ocelote, de ascendentes mayas, y también Cherokees, Totonacas tal vez, pero sobre todo Guerreros de Mier en Mier y para Mier.

Despertemos al Álamo, que aún fluye con su caudal algo cansado, e imitemos al Bravo, que aún defiende su frontera, revuelto, fuerte, todavía imposible de domar.

Pongamos más leña al horno de ladrillo, para que nuestra calle rebose con el olor a exquisito pan.
Movamos las piedras del molino y encendamos los comales, que faltaran tortillas para aquellos que a su tierra volverán.

Sembremos nuestras tierras que ya viene el temporal, el frijol, los elotes, las calabazas, la caña, las sandías, los melones, los pepinos, el chile de monte deliciosos se han de dar.

La escoba, el sorgo, la avena, y el algodón también se apuntan para nuestro pueblo sustentar.
Nuestro Mier no debe seguir triste como una madre sin hijos, como una abuela sin mas nietos que mecer en su amoroso regazo, como un viejo sin esperanzas de hijos y nietos en quien depositar sus sueños y confianza.

Recuperemos la cordura perdida entre la permisividad, tapemos las fugas de nuestros talentos, enderecemos cauces, edifiquemos un futuro que ahora parece incierto.

Pongamos de nuevo las cosas en su lugar.

No es posible legalizar vicios, y el oficio más antiguo del mundo, el cual se extiende con bríos sorprendentes ganando puntos en popularidad gracias al descaro prepotente de machos hambrientos de poder, golosos, sedientos de vaginas prohibidas, dejando a su paso huellas bastardas sin raíces ni futuros, enlodando la pureza de su casa y su simiente.

Y la puerta falsa de una libertad que se confunde en el libertinaje de faldas cortas y escotes pronunciados que le quitan fuerza al pudor y no dejan nada a la sana imaginación.

El respeto a las matronas, sus casas y discípulas, no es para que nuestro hogar sea ahora la casa y sus mujeres las oficiantes.

Abramos bien los ojos, es tan delgada la línea entre lo bueno y lo malo, que no nos hemos dado cuenta que ya la rebasamos.

Hemos dejado perder el respeto y huimos de lo arruinado, en lugar de hacerle frente al error y perdonar o ser perdonado.

¡Tú Padre!, ¡tú Madre!, ¡tú hijo! ¡tú hija!, tomémonos de las manos y cerremos el círculo, al fin que en la fe, ¡todos somos hermanos!

Ciudad Mier, en su larga historia ha criado buenos hombres y mujeres, que se nos arrebatan de nuestras propias manos, en su búsqueda del saber, y en la necesidad de una vida mejor.

No podemos seguir sosteniendo nuestras puertas cerradas, abrámoslas de par en par, invitando al progreso, invirtiendo nuestra confianza, nuestro capital, nuestras fuerzas y sobre todo nuestra fe, en un rostro nuevo para nuestro amado pueblo que ha parido grandes hombres y mujeres de oficios y profesiones distintos: científicos, doctores, veterinarios, biólogos, ingenieros, arquitectos, abogados, profesores, sicólogos, consejeros, escritores, compositores, músicos, cantantes, actores, poetas, deportistas, herreros, carpinteros, mecánicos, comerciantes, conductores, … lista interminable que hace de su gente un pueblo admirable.

Somos un Pueblo Mágico, hagamos pues la magia de resurgir de la apatía y el conformismo, elevemos nuestro vuelo a cielos mas azules, sobre soles más brillantes, que nuestra voz se escuche de Norte a Sur, y del Este al Oeste.

¡Despierten Guerreros! Ayuden a sus vecinos, levanten en brazos a sus hijos e hijas para que puedan sentir la fuerza que los sostiene y no tengan miedo de despertar cada mañana sin esperanzas de un mundo mejor, ¡despertemos Mier! Que así Mier despertara ¡al mundo!

Y ¡tú! Gobernante al que he brindado mi apoyo y mi confianza en un voto, ¡cumple tu palabra! La que pregonaste en tu campaña y después, despeja tu silla para el que vendrá con ideas frescas, con deseos nuevos, con ¡proyectos grandiosos!

La democracia es para los hombres y mujeres justos, iconos del honor, que saben cuándo hay que declinar a favor de un pueblo que da cada campaña hombres más preparados para forjar un rostro nuevo para el pueblo.

Es a ti ex gobernante que me dirijo, deja tus aspiraciones egoístas, de querer seguir estando al mando, dando a entender que El pueblo se estanca en ideologías pasadas, el progreso exige frescura, diversidad, unidad y apoyo, mejor abre tu corazón en un acto de amor y presta consejo al que te lo pide.

¡Hombres y mujeres! ¡Cuiden su paso y su palabra! Para que lo andado y dicho sean fieles guardianes del final de su camino.

¡Vive Mier! Que tu gente vuelve,
¡Vive Mier!, que tu voz se ha escuchado,
¡Vive Mier! Que por cada ciudadano,
¡Dios te envió un soldado!

Yo sé que nunca volverá el ayer, y desearlo es retroceder el paso, dame la mano hermano, dame la mano hermana, démosle un nuevo rostro a Ciudad Mier, unidos brazo con brazo, rescatemos la conciencia ciudadana.

Ciudad Mier, Tam; 5 de febrero del 2010.
Autora: JASG