Pita se la vive asomada a su ventana, ha visto pasar ya ocho meses de violencia, todo es tension, temor; su palidez su falta de cuidado denota algo de depresion, sus ojillos cafes, en medio de su carilla pecosa, denotan miedo.
Pero ese día se ilumino de pronto, lucia diferente... un rumor corria por las calles casi desérticas, Pita, escuchaba atenta a los adultos entusiasmados con la presencia de los Marinos.
Las personas ya en un estado eufórico comentaba que los pobres marinos tenian muy buena punteria por fuerza porque cada batalla al finalizarla, los superiores contaban los delicuentes caidos y comparaban con el numero de balas utilizadas, y si estas eran más que el numero de caídos, la nacion les cobraba las balas desperdiciadas, verdad o mentira, la gente eso decía.
Por fin el pueblo de Pita tenía quien lo cuidara, esa noche el pueblo durmio en paz, se respiraba una tranquilidad que hubieran pensado que jamas volverían a sentir.
Esa noche, Pita salto de la cama y se asomo a su ventana la noche era fresca el viento se escuchaba alegre retozar calle por calle bajo la luz de las estrellas, que lucian tranquilas, cualquiera hubiera jurado que dias atras hasta el viento tenia miedo.
Pita volvió a su cama y se entrego a sus sueños inocentes, no sin antes buscar esa foto que guarda celosamente bajo su almohada, la mira con sus ojitos brillantes y adormilados, es un pequeño grupo de Marinos. Uno de esos jovenes oficiales un dia la encontro perdida y triste, la tomo entre sus brazos la ayudo a levantarse y le susurro al oido, pronto estaremos con ustedes, no temas le dijo y apreto su manita dejandole la fotografia en ella al tiempo que la entregaba con su familia.
Antes de cerrar sus ojitos elevo una pequeña oracion a papá Dios por su amigo el marino y su grupo de amigos que supieron cumplir su promesa, satisfecha se quedo dormida tranquila... en paz... confiada.
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